viernes, 3 de diciembre de 2010

INTEGRACIÓN CURRICULAR DE LAS TIC Y EDUCACIÓN PARA LOS MEDIOS EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

El vertiginoso desarrollo tecnológico ha cambiado la forma en que nos relacionamos con los medios dentro y fuera de los centros educativos.
La Educación para los Medios es ahora Educación para la Sociedad Digital, y los modelos de integración curricular de las TIC han de ser, por tanto, revisados.
En este artículo se proponen cambios en tres aspectos fundamentales: la educación básica, la formación del profesorado y la investigación educativa:
  • La Educación para los Medios en la educación básica será digital, crítica e integradora. Será materia transversal y tarea de todos. No se trata simplemente de posibilitar el acceso y enseñar el manejo de nuevas tecnologías como inevitable consecuencia del "signo de los tiempos", sino una propuesta de alfabetización múltiple para todos, de educación para la vida como personas libres y responsables en la sociedad digital.
  • Formación del profesorado sobre el potencial educativo de las TIC no sólo como recurso en el aula, sino también como fenómeno social fuera de ella. Una formación que le capacite profesionalmente, y, además, proporcione a los educadores el papel de protagonismo que merecen en la construcción social.
  • Una investigación en Educación para los Medios interdisciplinar, cercana (a profesores, padres, alumnos), participativa, crítica y transformadora.
Los cambios en estos tres aspectos se producirían conjunta y coordinadamente para que la consecución de los fines de la Educación para los Medios vaya en consonancia con la de los fines generales de la Educación en la sociedad de la información, y nos conduzcan a una verdadera sociedad del conocimiento.

LAS TIC, DE MEDIOS A FINES

Se ha convertido ya en costumbre iniciar las publicaciones sobre educación y nuevas tecnologías haciendo referencia al vertiginoso desarrollo, a la trascendencia, la importancia, la influencia, la omnipresencia, etc., de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en nuestro quehacer diario y en la sociedad en general.
Esta relevancia de las TIC en la sociedad de la información exige unas políticas tecnológicas acordes con los nuevos tiempos, y se presenta frecuentemente como una de las principales razones por las que la tecnología y los nuevos medios deberían estar también presentes en los centros educativos.
Los primeros medios audiovisuales (retroproyectores, proyectores de diapositivas, magnetófonos, proyectores de cuerpos opacos, etc.) llegaron a las aulas como herramientas que podían facilitar la presentación y/o comprensión de la información y su uso generalizado fuera del aula no constituyó un paso previo a su utilización en entornos educativos. En el caso del retroproyector, por ejemplo, ni siquiera se contemplaba un posible uso doméstico. La integración curricular de estos medios como recursos didácticos podía hacerse, por lo tanto, sin que los fines (educativos) se viesen ensombrecidos por la importancia de los medios (tecnológicos).
La incorporación de otros recursos como la prensa, radio o televisión no ha resultado tan fácil. El periódico, el aparato de radio, el vídeo, antes de ser utilizados como recursos para la educación ya eran medios de comunicación de masas, con sus propios fines, con ciertas implicaciones sociales y culturales. La incorporación de un televisor al aula, por ejemplo, no podía llevarse a cabo pasando por alto lo que suponía la televisión como medio de masas fuera de la escuela. Pronto se vio la necesidad de no limitar la presencia de las TIC en el aula a la educación "con" los medios, sino de considerar la educación "sobre" los medios o "para" los medios como función también de la escuela. Los medios de masas se convierten en materia de estudio, más como fenómenos sociales que como dispositivos tecnológicos.
Los medios, que a su papel inicial de recursos didácticos habían añadido el de ser objeto de estudio, con la llegada de las nuevas tecnologías digitales aumentan su importancia y se convierten en fines en sí mismos. Su estudio se centra ahora más en el manejo de dispositivos que en la reflexión sobre sus mensajes, y la capacitación para su uso llega a veces a superar en importancia al aprendizaje de las áreas curriculares donde se emplean.
El centrar el aprendizaje en la herramienta per se y no tanto en los contenidos curriculares es, en opinión de los expertos de la Comisión Europea (2006, p. 21), una fase pasajera que algunos países (no el nuestro, según se especifica en el citado informe) ya han superado; países donde ya no se enseña Internet y los ordenadores como asignatura separada, sino que se han convertido en "parte integral de la enseñanza de (casi) todas las materias".
Las TIC, cuando lleguen a ser "transparentes", tal vez vuelvan a ser medios al servicio de los fines del proceso enseñanza-aprendizaje, pero, de no poner remedio a la presión del discurso tecnológico, en el camino habremos perdido el enfoque crítico que en épocas pasadas ha caracterizado a la educación para los medios. Así nos lo advierte Trejo Delarbre (2006, p. 237) al señalar que:
El desarrollo de la informática tiene implicaciones tan fascinantes que es sencillo rendirse, sin contexto crítico alguno, a esa sofisticación que en varios sentidos está cambiando nuestras vidas.
Puede también que, cuando estos medios se incorporen a nuestra forma habitual de enseñar y aprender, otros más sofisticados e igualmente fascinantes ocupen su lugar como objeto de nuestro asombro y distracción. Siempre habrá demasiada gente que se quede mirando al dedo cuando el sabio señala la luna, según reza el proverbio oriental.
Se seguiría, entonces, hablando de la necesidad de conocer esos futuros nuevos medios, de ponerse al día para alcanzar -¿o ya lo habremos hecho?- el objetivo estratégico fijado por la Unión Europea en el Consejo de Lisboa el 23 y 24 de marzo de 2000, y recogido en el Preámbulo de la LOE (Ley Orgánica de Educación española), aprobada el 6 de abril de 2006:
[...] convertirse en la próxima década en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica, capaz de lograr un crecimiento económico sostenido, acompañado de una mejora cuantitativa y cualitativa del empleo y de una mayor cohesión social.
Es probable que la lógica mercantil y la competitividad sigan condicionando los objetivos de la educación, y los sistemas educativos sean medios ideales para conseguir los fines de la sociedad de mercado: las necesarias competencias tecnológicas de cada época.